lunes, 22 de febrero de 2010

Lazos

Diciembre se dormía. Caminaba en azul
y dos llaves cruzadas la esperaban.
Cuando el besó sus ojos
y dominó la azada para amarla
estallaron jazmines en el aire.
Era la iniciación que se anunciaba.
Él venía de un país siempre igual
donde los árboles tan sólo conocían un camino
y ella buscaba, antes de marcharse,
alcanzar el umbral desconocido.
Asegurados encumbraron vuelos,
nunca nadie supo llegar tan alto.
Al regresar ya no fueron los mismos.
Lejos la posesión no dejó huellas.
Compartieron el pan, la sal y el agua,
vincularon los dedos. La calandria
les regaló su voz casi a las cinco
y desde el aguacate la paloma
les daba el mejor tono en el arrullo.
El sol ponía astillas en los vidrios
cuando la supo lámpara y buscó la ronda.
Era el amor y llegaba en otoño
envuelto el perfume de un poema.
Supo que era la última y también la primera.
Reconvidados se supieron salvos
y vivieron seis horas singulares.
La paz, desconocida hasta ese instante,
se hizo dueña de casa y entró en ellos.

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